Leyendas de Suflí 2/6
El Tesoro del Moro
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Aún recuerdo las historias que nos contaban el abuelo de todos los niños de nuestro
pueblo, en las tardes noches de verano, donde nos agolpábamos ansiosos para escucharlo, formando un corro a su alrededor.
Ensimismado, recuerdo con agrado, aquella tarde de verano, cuando nos contó la historia, del soldado y el Rifeño, que para entenderla nos tenemos que remontar muchos años atrás, concretamente al tiempo en el que los cristianos luchaban contra los musulmanes, por estas tierras, a principios del Siglo XVII.
Los cristianos vencedores de las batallas, obligaron a los moradores de estas tierras a convertirse a la religión católica o marcharse de aquí para siempre, es por ello, que casi todas las familias decidieron dejar estas tierras, para emprender una nueva vida al otro lado del mediterráneo.
Todos los musulmanes que emigraron se llevaron sus posesiones materiales donde hay que añadir que eran más bien escasas, debido a que la mayoría eran agricultores.
Entre los que decidieron marcharse, se cuenta que habla un mercader bastante acaudalado, ya que se dedicaba al comercio de la seda, tejido muy valorado en aquella época.
Este, tomó la decisión de no llevarse toda su riqueza en el viaje por miedo a que le
robasen por el camino, procediendo a esconderla en el campo, concretamente en el tronco de un olivo. con la esperanza de volver algún día.
Pasaron los años y el mercader nunca más volvió, ni se supo más de su tesoro… Por cierto día del año 1916, un vecino de nuestro pueblo, fue llamado a filas como infante para defender nuestra Patria en la guerra del RIF.
Dicho paisano, en plena batalla recogió a un Rifeño que estaba agonizando, tras las heridas provocadas por la contienda, debido a su compasión, hizo que el moribundo no muriese solo en el campo de batalla, dándole consuelo en sus últimos minutos de vida.
Al intentar hablar con él, se dio cuenta de que dicho Rifeño hablaba el castellano. En las pocas palabras que se intercambiaron, el Rifeño preguntó a nuestro paisano que de donde era y éste le contestó que de un pueblo llamado Suflí.
El Rifeño sorprendido, se sacó del cuello con su mano temblorosa un colgante, del cual pendía una llave, que le dio a nuestro paisano, diciéndole que esa llave llevaba mucho tiempo en su familia, transmitiéndose de generación en generación durante muchos años, hasta que un día, su padre antes de morir, se la dio a él, y este al no poder dársela a su descendiente, pues no tenía, se la entregaba a él.
Con mucho esfuerzo le contó la historia de dicha llave, para que no cayese en el olvido, diciéndole que pertenecía a un antepasado suyo que era de Suflí, que tras la expulsión de los moriscos ordenada por Felipe II, tuvo que salir del pueblo, pero sin antes esconder un tesoro, que solo su familia sabía dónde estaba, el cual le dijo así.
— Al llegar a Purchena cogerás el camino hacia Suflí, donde cruzarás dos ramblas, y en esta última, verás muchos bancales con olivos, busca por ellos, hasta que encuentres en el interior de un tronco, una saca hecha con piel de toro, pues ahí encontrarás el tesoro—
Al momento el Rifeño murió, pero con la tranquilidad de haber transmitido el encargo que su padre le encomendó.
No sabemos si aún sigue el tesoro escondido, pero cada vez que paso por aquí, y ven un olivo, me asomo a mirar por si encuentro el tesoro perdido.